El Pecado
Dios anhela para ti, y para todos, que podamos ser restaurados y que alcancemos plenitud total. Para llegar a este nuevo estado de vida, es necesario que permanezcas firme en el acto de fe realizado a través de tu conversión, y que logres a partir de allí, libertad total del pecado, experimentando en todo momento el verdadero arrepentimiento.
En los idiomas originales de la Biblia, las palabras que se traducen como "pecado" significan fallar el tiro, o no alcanzar el objetivo. Por lo tanto "pecar" sería no alcanzar el objetivo de cumplir con las normas perfectas que Dios nos manda en Su palabra. Así que el pecado ocurre cuando deliberada y voluntariamente, decidimos transgredir los mandamientos y preceptos de Dios.
En la primera carta de Juan leemos que: "Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). La Biblia también dice que pecar puede ser "hacer algo malo o injusto a los ojos de Dios", o "no hacer lo que es correcto". "Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado." (Santiago 4:17)
Es importante recordar que nuestro Dios es sumamente amoroso y nos ama, pero Él también es justo y no puede acercarse a nosotros a causa del pecado, por eso nos brinda la oportunidad de arrepentirnos, para que podamos estar en comunión permanente con Él.
Las Escrituras son claras respecto a la posición de Dios frente al acto de pecar. Él ama al pecador pero aborrece el pecado. Por eso, es necesario confesar todas y cualquiera de las faltas que hayamos cometido, con arrepentimiento genuino, lo cual nos permitirá disfrutar de la gracia y misericordia de Dios. Romanos 6:23 dice "Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús". Esta es nuestra esperanza.
Existen personas que pueden pecar o estar más atraídas a cometer diversas faltas. La Biblia expone que los habitantes de una ciudad llamada Sodoma "eran malos, y eran pecadores en extremo", y que su pecado era "muy grave" (Génesis 13:13; 18:20). La Biblia también menciona las causas que determinan la gravedad de cualquier falta y nosotros debemos estar atentos y ser, a partir de nuestro nuevo nacimiento, muy cautelosos, para evitar incurrir en pecado. Ante esto, la Palabra nos exhorta a no restarle importancia a todo tipo de pecado, para "no tropezar" jamás. (Mateo 5:27, 28)
- La Biblia menciona claramente la inmoralidad sexual, la idolatría, el robo, la borrachera, la extorsión, el asesinato y el espiritismo como pecados graves que no debemos cometer (1 Corintios 6:9-11; Apocalipsis 21:8).
- Hay una diferencia entre los pecados graves y otros que pueden ser involuntarios, o aquellos que se cometen sin pensar, como por ejemplo, decir o hacer algo que hiera a alguien (Proverbios 12:18, Efesios 4:31,32).
- Algunos pecados se cometen por ignorancia, por no conocer los mandamientos de Dios (Hechos 17:30; 1 Timoteo 1:13). De ahí que nuestros pecados pueden ser no intencionales. Pero aunque la Biblia no justifica estos pecados, los distingue de aquellos que se cometen deliberadamente cuando pasamos por alto las normas de Dios (Números 15:30,31), y considera además a las personas que pecan a propósito, diciendo que ellos tienen un "corazón malo" (Jeremías 16:12).
- Las Escrituras también hacen una clara distinción entre pecar una sola vez y cometer el mismo pecado continuamente (1 Juan 3:4-8). Dios desaprueba y condena a quienes deciden seguir pecando, aun después de aprender lo que es correcto (Hebreos 10:26, 27).
El pecado deshonra al Señor; trae consecuencias negativas para nuestra vida y efectos destructivos que no sólo nos afectan a nosotros y a quienes nos rodean, produciendo sufrimiento, condenación y esclavitud. Puedes leer en el libro de San Juan 8:34 cómo Jesús lo asevera diciendo: "De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado".
Algo primordial en tu vida a partir de hoy es que procures formar en ti el hábito de reconocer y confesar todos los días cualquier pecado, como nos enseña Jesús en Mateo 6:12. Cada día deberás examinar tu corazón y tus acciones, para determinar si cometiste algún pecado en contra de Dios, del prójimo o contra ti misma. Al hacerlo, echarás fuera de tu vida toda obra del enemigo y así podrás disfrutar los beneficios de una vida libre de culpa.
Considera entonces que, el haber hecho a Jesús tu Señor y Salvador, es la mejor decisión de tu vida porque Él vino a librarnos de la naturaleza pecadora y de toda obra de maldad. Recuerda que siempre puedes correr con libertad a los brazos de Jesús. Él te limpiará con su sangre preciosa. Amén.
"PERO, SI ALGUNO PECA, TENEMOS ANTE EL PADRE A UN INTERCESOR,
A JESUCRISTO, EL JUSTO."
1 JUAN 2:1