Deléitate en Dios
En esta nueva vida que comienzas, buscando del Señor y gozándote en sus promesas, debes saber que Dios también quiere encontrarse contigo y que tengas íntima comunión con Él, deleitándote en Su presencia, con alabanza y adoración, y que hables con Él, y escuches lo que quiere hablarte.
En el Salmo 37:4 se encuentra posiblemente la promesa más maravillosa que Dios nos ha podido hacer: "Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón." Como puedes ver Él se ocupa de los anhelos y sueños de sus hijos y de ver sus peticiones hechas realidad.
Cuando nos dice: "Deléitate en mi" a Él le provoca gozo. Él espera que nos maravillemos, que lo glorifiquemos, agradeciendo su amor y cuidado, que le busquemos por quién es Él y no por lo que necesitamos, y entonces dice: "y concederá los deseos de nuestro corazón."
Deleitarse en Dios significa alegrarse con gran regocijo, porque Dios es un Ser inmensamente feliz, y siendo esa Su naturaleza, Él también es quien nos ciñe de alegría y hace maravilloso nuestro camino.
Nos deleitamos en Dios cuando sentimos y experimentamos Su amor, el cual se palpa en la creación, en su cuidadosa protección y en la Cruz del Calvario, en donde, por amor, Cristo murió por la humanidad, sin nosotros merecerlo. Nos deleitamos en Dios cuando creemos en sus promesas nos apropiamos de ellas.
SALMOS 30:11-12
El diablo nos hará dudar de la palabra de Dios y hacer que nuestros corazones entren en angustia, preocupación o temor. Usará sus armas más letales y poderosas: el engaño y el miedo, intentando destruir nuestra capacidad defensiva debilitando nuestra habilidad ofensiva contra él, pero sobre todo, nos privará de gozarnos y deleitarnos en el amor y el poder de Dios.
Dios nos ha prometido que quien se deleita en Él, quien le adora y lo anhela, aún en medio de situaciones contrarias, sin duda le hallará y encontrará vida plena.
Deléitate pues en el Señor, porque Él es galardonador de los que le buscan.