Ríndete a la Voluntad de Dios
GÁLATAS 2:20
"HE SIDO CRUCIFICADO CON CRISTO, Y YA NO VIVO YO, SINO QUE CRISTO VIVE EN MÍ. LO QUE AHORA VIVO EN EL CUERPO, LO VIVO POR LA FE EN EL HIJO DE DIOS, QUIEN ME AMÓ Y DIO SU VIDA POR MÍ."
En Mateo 26:38 encontramos las palabras más conmovedoras que salieron de labios de Jesús. Ahí, en el huerto de Getsemaní, Jesus dijo: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte". Jesús estaba triste y atravesaba un momento en su humanidad en el que quizá se preguntaba si cumpliría o no la voluntad del Padre. No era que Jesús desconfiaba del Padre, pero se entristeció su alma porque en su naturaleza humana Él era como nosotros. Jesús sabía que la voluntad del Padre es mejor, y aceptó seguir adelante con el plan divino.
A nosotros también nos sobrevienen momentos en los que quisiéramos ignorar la voluntad de Dios o creer que somos capaces de cambiarla, hasta que ya sin fuerzas, llegamos a nuestro propio Getsemaní, con el alma entristecida por no poder hacer lo que queremos, frente a decisiones que podrían cambiar el rumbo de nuestra vida.
En Gálatas 2:20, el apóstol Pablo habla de morir en Cristo y rendirnos enteramente a Él. Habla de morir al yo, de caminar en el carril contrario a lo que dictan las normas sociales, y descartar aquello que nos impulsa a ser egoístas, a satisfacer nuestros deseos y a vivir sin compasión.
Es gracias al sacrificio de Jesucristo, que hoy tenemos una puerta abierta a la esperanza, a la vida eterna, a la salvación. Gracias a Él tenemos vida nueva, y la mano de Dios que nos conduce por un camino en el que podemos ser de bendición para otros.
Para entender cómo podemos conocer, cumplir y entregarnos a la voluntad de Dios, debemos aplicarnos a la lectura y meditación de la Palabra de Dios. Sólo así podremos renovar nuestra mente y recibir discernimiento de parte del Espíritu Santo, para conocer y hacer la voluntad del Padre, que es buena, agradable y perfecta.
En 2 Timoteo 3:16-17 dice que "toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra". No dice cualquier obra, sino "TODA BUENA OBRA". Por tanto debemos estar preparados para invertir tiempo en aprender de los consejos y mandamientos de Dios.
Ríndete a Dios! Ríndete a su Palabra! Medita en ella todos los días, llena tu mente de Palabra Viva. Ora al Espíritu de Dios, y no te conformes a este siglo. Cuida que tus raíces sean buenas y fuertes, para que tus frutos también lo sean.